Lo natural es que quienes lean estas primeras líneas piensen que quien escribe es un amargo, un ‘critícalotodo’ o un inconformista. Y es que en el fondo no me gusta el ambiente de triunfalismo y satisfacción absoluta que se percibe en el ambiente azul, en estas tan especiales circunstancias en que por primera vez en el torneo se alcanza la punta de la tabla en solitario, faltando solo una fecha por jugar. Es natural que así sea. Entiendo y no critico a quienes ayer se abrazaron, lloraron, se emocionaron y sintieron estar, ya, tocando el cielo.
Y pese a que es muy cierto que no hay que nada que festejar por ahora, y que por lo tanto no hay que anticiparse a ello, antes de que suene el silbato final el próximo sábado y se haya obtenido el cetro máximo, no es esa la principal inquietud de este columnista. Sería un irrespetuoso si escribiera que prefiero no hablar de títulos por simples cábalas (aunque tenga varias de ellas y en buena cantidad) o por no ‘mufar’ un logro que, a quien escribe igual que a ustedes, le parece tremendamente cercano. Nadie puede caer en engaños con eso.
Tampoco es miedo a caer en el último peldaño de este camino, porque dentro de la baja calidad de los torneos chilenos y de la irregularidad que se le ha sumado ahora, no hay dudas que si hay un equipo que merece dar la vuelta olímpica, este es el nuestro. Pero por sobre todas las cosas, si hay un director técnico que se tiene muy bien ganado u reconocimiento y un premio a su trabajo honesto, silencioso y dedicado; a su postura sencilla, directa y afectuosa hacia sus dirigidos y su entorno de trabajo; a su respeto por lo que es la “U” y su gente, ese no es otro sino el entrenador del primer equipo de la “U”: el ‘profe’ Guillermo Hoyos.
Lo que se gane en este semestre, será en mérito a su manera de enfrentar su tarea profesional en la “U”. También obviamente lo serán las piezas fundamentales del equipo. Jugadores que con un entrenador compatriota de Hoyos, y con una dupla de ex jugadores, nunca rindieron como lo han hecho ahora, a pesar de las muchas e importantes limitaciones con que se encontró en términos de desequilibrio de plantel ‘don’ Guillermo. Esos muchos desbalances en términos de calidad y jerarquía que lo obligaron a ajustarse a un central como Christian Vilches o a otro como Gonzalo Jara, que antes de que él llegara no rendían ni el diez por ciento de lo que dan ahora. O que lo forzaron a tener que ‘sacrificar’ a Jean Beausejour como lateral izquierdo y perder su potencia de mediocampo hacia arriba porque no había nadie más para esa banda en la línea posterior. (lesionado Monzón, la “U” desechó la opción de Eugenio Mena). O que tuvo que encargarse de hacer revivir el nivel antes conocido de jugadores como Matías Rodríguez o Lorenzo Reyes que hoy, recién desde las últimas 6 ó 7 fechas, están más cerca del nivel que estuvimos esperando por muy largo tiempo de ellos. O el mismo DT que tuvo que aceptar y conformarse con que de los 3 cupos a incorporar jugadores la “U” renunciara a prácticamente 2 de ellos fichando solamente a David Pizarro. En lo personal, la llegada de Ontivero en lugar de sumar, le restó al plantel. Y Pizarro, un crack, pero con limitaciones en lo físico que no le permiten utilizarlo a plenitud en un partido completo. Sí, el mismo entrenador que tuvo que aceptar no poder contar con Jonathan Zacaría producto de la recuperación de su grave lesión y que hubo de conformarse con el regreso de uno que, a opinión de quien firma, ya perdió su última opción de demostrar que alguna vez tuvo derecho a vestir esta camiseta como Leandro Benegas. Quedan muy al debe y por lo tanto sin posibilidad de un análisis que los considere un aporte, Alejandro Contreras, Mario Briceño o Juan Leiva. Y muy lejos de lo que se espera de él, porque nunca demostró estar recuperado de verdad en lo físico, Sebastián Ubilla.
Y agreguemos que Guillermo Hoyos hasta tuvo que pasar por ‘el inconveniente’ de que Gastón Fernández, aquel en quien confiaba para las tareas de generación ofensiva, no funcionara en esa labor y dejara prematuramente el club. Y en esta situación, se produce la única alternativa favorable para Hoyos en este azaroso semestre. Porque es lo único para lo que encontró solución al interior del grupo. Y de qué manera. Fue el momento para Felipe Mora, que demostró que estaba en capacidad de asumir el relevo con total propiedad y eficiencia. Pero, ya está dicho, en el resto de las posiciones o nombres, nada para rescatar aparte de Mora y, en la medida que tuvo opciones de demostrar, Franz Schultz.
Pero cuando faltaron Gonzalo Jara o Jean Beausejour, o si hubieran faltado jugadores como Lorenzo Reyes, Matías Rodríguez o Felipe Mora, no se le ocurre a uno pensar que en este plantel están los nombres ni los hombres para reemplazarlos. “Plantel corto”, le dicen muchos. “Plantel pobre” prefiero decirle yo.
Y aquí reside uno de los mayores logros, ya antes de obtener algún premio todavía, de Angel Guillermo Hoyos. Todo lo que consiguió hasta acá parece una verdadera hazaña personal.
Y sea cual sea el resultado final este sábado en un repleto nacional, el mayor reconocimiento que debe recibir es hacia su modestia y autenticidad. De eso, con toda seguridad se encargará el gran público azul que llene el estadio, que si de agradecer se trata, nunca escatima. Pero también se merece, y mucho porque nadie le regaló nada, que los encargados de estructurar el nuevo plantel durante el próximo receso tengan solo la mitad de la inmensa generosidad que mostraron hace un año solamente para permitirle a Sebastián Beccacece armar a su antojo (o desarmar si usted prefiere) el desbalanceado plantel acá descrito. Si no es así, la “U” no se merecerá tener un hombre tan íntegro y trabajador como el actual DT y, lo mejor para él quizás, será buscar otros rumbos.
Y tal vez muy pocos queremos que ello vuelva a suceder en la “U”.
Por Jaime Aguirre Dueñas, para www.100x100azules.cl
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