Opinión: La locura total, no alcanzó.

Universidad de Chile una vez más queda en el camino de un torneo internacional, sumándose así al deprimente desempeño nacional en lo que respecta a este tipo de certámenes, que si bien son enfrentamientos de alto voltaje, nos deja en claro que en lo futbolístico nos aterriza y nos posiciona varios peldaños bajo las grandes potencias sudamericanas.

Con un estadio nacional repleto de ilusión, respaldo y apasionados cantos que siempre nos hacen creer, los once elegidos por A. G. Hoyos salían al gramado en busca del milagro.

Apenas el árbitro uruguayo dio vida al cotejo, nuestro equipo fue en búsqueda del gol que nos metiera en el partido, situación que se intentó buscar de manera desesperada, inquieta y poco eficiente en lo relativo al gasto de energía, cosa que más adelante nos pasó la cuenta. Y es que cuando Gonzalo Espinoza se hace dueño del mediocampo, le entrega al equipo un golpe de adrenalina directo al corazón, que nos pone ciegos, errantes y poco criteriosos. Arrasando con la planificación más que con el rival, nuestro equipo se vio desequilibrado con un bloque defensivo corriendo hacia su propio arco, entregando las bandas y la zona de contención, en donde Lorenzo Reyes  se hizo parte de esta versión “Kamikaze” de la “U”. Metros más arriba, en la zona de creación, tampoco hubo soluciones y el exceso de jugadores posicionados en campo adversario se contradecía constantemente con la poca claridad en último paso, trabajo a cargo de Gustavo Lorenzetti, quien no pudo establecer la calma necesaria que pudiera ordenar y tranquilizar al equipo.

-¡Hey! ¡Maní! ¡Acá!

-¿Cuantos quiere?

-Uno tostado y otro confitado…

Comenzaba el segundo tiempo con la titánica tarea de marcar 4 goles, pero con la esperanza latente en las miles de voces los azules volvían al verde natural  con ‘el gran David’, mientras que Ontivero de trabajo regular, se predisponía a tomar asiento en la mejor ubicación del estadio.

Cambió el director de la orquesta y se notó. David Pizarro ahora comandaba el equipo y llegó la mejor versión de la “U”, desbordando constantemente por las bandas, devolviendo la sincronía al medio campo, el protagonismo a Lorenzo Reyes y la pausa necesaria para la creación de espacios. Con un Matías Rodriguez dedicado más al ir que al volver, la “U” fue capaz de mantener la misma intensidad durante al menos 80 minutos. El premio de consuelo llegó, al fin, de la mano de un excelente desborde por parte de Jean Beausejour con túnel incluido y un centro medido el goleador Felipe Mora logró el descuento y de paso una alegría a los hinchas que no se fueron con la sensación de manos vacías.

Lo que se agradece es la entrega y la capacidad de buscar jugar de igual a igual ante un siempre complicado equipo brasileño. La “U” no se achicó, no se colgó del arco, ni especuló. Para los resultadistas esto último no cuenta, pero debe quedar siempre en el colectivo de los que respetamos un proceso y un trabajo.

#VamosAzules

Por Franco Fuenzalida Baeza

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