Al momento de escribir esta columna de opinión, el plantel y el cuerpo técnico de la “U” se acoge a un muy merecido descanso de algo más de 48 horas, destinado a recuperar las fuerzas, a devolver el tiempo en deuda a la familia o los afectos, y a enfrentar la última curva de la carrera en el Clausura con la mente puesta en conseguir alcanzar las posiciones de avanzada en la tabla. Un 5º lugar en la estadística global del campeonato (“mini-torneo” como prefiere llamarlo el autor de estas líneas) parece muy bueno considerando lo postergado que estuvo el equipo de la citada clasificación durante las primeras fechas, alcanzando incluso a preocuparnos la cercanía con los puestos en que más se habla del “fantasma” de la pérdida de la categoría. Esa historia afortunadamente quedó en el pasado y hoy se mira con mucho más derecho y propiedad hacia arriba que hacia abajo. Son 4 puntos y 4 equipos los que comprenden la brecha entre el extremo superior de la tabla y la ubicación de la “U”, faltando 6 partidos para finalizar el recorrido. Ó 18 puntos, si usted prefiere analizarlo desde ese otro punto de vista.
Los resultados producidos el fin de semana sin embargo – empates entre 2 de los que nos anteceden, la victoria de la Unión Española, y el haber dejado escapar la posibilidad de alcanzar a uno de los 2 escoltas por el cetro máximo, pudiendo de paso haber quedado a sólo 2 puntos del líder – hacen que nos quede un cierto dejo de frustración al mirar los números. Más acrecentada cuando se toma en cuenta que con todos ellos – Iquique, Colo-Colo Unión Española y Everton – la “U” ya disputó sus encuentros, lo que nos hace dejar de depender de nosotros mismos.
De entre lo positivo tal vez, que ni O’Higgins ni Audax, con quien se compartía la línea de los 14 puntos, consiguieron unidades en esta fecha lo que permitió despegarnos de ellos, pero a la vez ser alcanzados en los 15 por la U. de Concepción, con peor diferencia de gol para los del Bio-Bio.
Retomado el enfoque inicial de estas líneas, la “U” se prepara para regresar recién mañana martes a los trabajos, luego de un exigente calendario que incluyó 3 partidos en 7 días, viajes, debut internacional con un rival de fuste y superclásico incluidos. Llevado a los números, conseguimos solamente 2 de los 9 puntos jugados. Para una estadística puede ser, y de hecho lo es, considerado una cosecha muy pobre. Sin embargo, al desagregar las cifras y mirarlas en la perspectiva que corresponde, decir que se perdió un primer partido de una llave de 2 que se cerrará además en casa dentro de exactamente 1 mes, y se obtuvieron 2 puntos para el torneo local en partidos que perfectamente se pudieron haber ganado. Incluso, volver con las manos vacías desde Sao Paulo puede parecer mezquino analizado el juego desplegado por la “U” en el Arena Corinthians, pero una vez más hay que reconocer casi con rabia que esto se juega a los goles y no a quien tiene más tiempo la pelota en sus pies.
Y he ahí el problema mayor con el que chocamos, y desgraciada y aparentemente chocaremos en lo que resta, como es la falta de finiquito, o de la necesaria fineza a la hora del último toque al balón, o de la generación de oportunidades concretas de gol, o la carencia de juego organizado y combinado para lograr poner a un compañero en posición de convertir, o todas las anteriores o ninguna de las anteriores. En palabras simples, falta de gol. En eso fallamos en Concepción, en Brasil y el sábado en el nacional.
Y se volvió a fallar, sin no tan groseramente como en épocas recientes pasadas, en la defensa y, después de mucho tiempo de grandes actuaciones, también en el arco propio. Se juega a los goles decía, en el arco contrario para precisar y a evitarlos en el nuestro para cerrar.
Pero no parece ser todo tan oscuro ni opaco como al principio. El equipo da muestras cada vez más consistentes de estar convencido del sistema que su técnico ha querido implementar. Cada declaración de sus dirigidos, sumada a la actitud en la cancha, así se encarga de demostrarlo. El camino da luces de ser el correcto, tal vez no para conseguir mucho en este primer semestre, pero alcanza para ilusionarse pensando en el próximo. Se atisba un cierto ‘proceso’ que va lentamente progresando hacia algo muy superior a lo visto hace poco. Las mejorías en algunos rendimientos individuales son evidentes. Más allá del error carísimo de Johnny Herrera en el gol que significó el empate final en el último partido, hay que reconocer que es quien se ha encargado de asegurar buenos resultados cuando ello ha acontecido, volviendo a mostrar su categoría un tanto extraviada o ausente por algún momento. La contundencia en el juego, el vigor, el sentido futbolístico de Matías Rodríguez por su parte, agregado a su siempre peligrosa presencia en área rival, como que nos ha devuelto al querido lateral de épocas anteriores en la “U”. El alza silenciosa en el nivel de Christian Vilches y de Gonzalo Jara por su parte, invitan a esperar que lleguen dentro de poco a consolidarse como una dupla mucho más potente de la que hasta hace poco teníamos para esa línea. Errores puntuales, por pequeños que hayan sido, nos han costado goles en contra que hacen que el trabajo no se desvíe ni se detenga para ellos. La ausencia de Jean Beausejour en Sao Paulo, pese al muy correcto cometido de Franz Schultz para suplirlo de emergencia, demostró que el ‘15’ es pieza fundamental en el armado del equipo y justificó plenamente la decisión de dejarlo en Santiago recuperándose físicamente. Su nivel, muestra momentos muy similares al estándar de rendimiento que le vemos en la selección absoluta. Lo de Lorenzo Reyes y lo de Gonzalo Espinoza, da para una opinión mucho más detenida, porque han ido partido tras partido demostrando un alza en su nivel que, y esto tal vez sea lo más importante, ha sido creciente y constante. Son hoy por hoy una dupla que tanto en la marca como en la salida con pelotas claras, da la idea de ser lo que a la “U” tanta falta le hizo luego de la exoneración sufrida por el actual ‘5’ azul bajo el mando de Sebastián Beccacece. Ese pasadizo libre para los rivales, hoy se ve bloqueado con mayor seguridad para el equipo y para nuestra zaga principalmente.
Pero desgraciadamente, hasta ahí pueden llegar las evaluaciones positivas, con las solas excepciones de David Pizarro (si el físico le acompañara, estaríamos en presencia con seguridad del mejor jugador del campeonato) y de Felipe Mora que a punta de goles y sacrificio justifica plenamente su titularidad. No puede por el contario considerarse por ahora aceptable ni bueno lo que hacen jugadores como Gustavo Lorenzetti (de una intermitencia exasperante), Lucas Ontivero (muy poco para considerarlo un titular del equipo), Sebastián Ubilla (otro intermitente por excelencia), Leandro Benegas (las ocasiones que se desperdician cuando es él quien participa del juego ofensivo no se le pueden perdonar a un jugador de la “U”), Juan Leiva (cuando ha estado ni se ha notado), Mario Briceño (claramente no ha aprovechado los minutos en cancha para consagrarse) o Iván Rozas (progresa en su rendimiento, pero demasiado lentamente, el juvenil más promisorio del último tiempo).
El tema por lo tanto es – una vez más – un plantel desbalanceado, sobre el cual no se aprovechó la oportunidad que otorgaba el reglamento para incorporar lo que a los gritos se percibía que le faltaba: la presencia de un generador de fútbol de mediocampo hacia arriba, que al mismo tiempo de hacerse cargo de echarse al equipo al hombro y posicionarlo en zonas claves del campo contrario, tuviera la capacidad de llegar en situación de convertir. Se desechó la oportunidad de traer un tercer refuerzo y eso más temprano que tarde se ha encargado de demostrar que fue un error. De la dirigencia?, de la gerencia deportiva?, del director técnico?, o compartido por todos? Es cierto que no sirve de mucho asignar responsabilidades en estos momentos, pero es algo que no debe olvidarse al analizar lo actual y el futuro y de lo que debe hacerse cargo quien corresponda.
Porque de muy poco sirve jugar mejor o dar un mayor espectáculo, si quienes salieron sonrientes del nacional el sábado fueron los adherentes a la visita. Si desde el mediocampo de creación hacia adelante no se mejora, así corre el riesgo de seguir sucediendo y de que la evaluación final, allí por mediados del mes de mayo, sea efectuada por la posición final en la tabla o por la suerte que toque correr en la Copa Sudamericana, más allá de hacerlo en base al nivel de juego demostrado. El buen fútbol, debe reflejarse tanto en los buenos resultados como en las mejores clasificaciones para recibir óptimas calificaciones. Aquí y en la quebrada del ají.
Por Jaime Aguirre Dueñas, para www.100x100azules.cl
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