Malas decisiones directivas en la “U” determinaron jugarse por completo por un entrenador que, aparte de no dar resultado en su primer semestre en la condición de técnico de un primer equipo que venía de una mala campaña, en el segundo período desarmó todo lo que había y ‘estructuró’ (por decirlo de alguna manera) un plantel total y absolutamente desequilibrado. ¿Quedará alguien que considere que la decisión de quien lo fue a buscar y le dio poderes absolutos a Sebastián Beccacece fue una correcta acción dirigencial y gerencial?
Malas decisiones de directivos y de él o los gerentes a cargo en la “U”, permitieron que llegaran jugadores cuya trayectoria profesional dejaba importantes dudas acerca de sus reales capacidades, su jerarquía y/o experiencia como para reemplazar y superar a los jugadores marginados por decisión directa y exclusiva de un DT, en complicidad con su gerente deportivo. ¿Habrá quien piense que la llegada de Christian Vilches o Alejandro Contreras solucionaron los problemas en la defensa del equipo?
Equivocada decisión la de aceptar la imposición de que se liberara, incluso sacrificando dineros importantes, a jugadores como Guzmán Pereira o Mathías Corujo. ¿Alguien podrá argumentar que quienes llegaron en esas funciones dieron mejor resultado que los que se sacaron del plantel?
Escasa o nula reacción de los directivos ante los actos de indisciplina en la cancha de Gonzalo Jara, a quien se trajo también a expresa exigencia del entrenador haciendo una gran inversión económica. Agréguele la escasa o ninguna reacción del citado DT ante el bajo nivel demostrado en la cancha cuando le correspondió jugar. ¿Alguien cree que Jara recibió una reprimenda alguna vez por los errores que le costaron goles en contra y derrotas a la “U”?
Pésima decisión de la gerencia deportiva al permitir que se estructurara un plantel en el que solo se contrató a un centrodelantero, luego que la “U” debía reemplazar a 3 jugadores que, incluso a pesar de sus malas actuaciones últimas, eran especialistas en esa zona del terreno de juego. Quien ejerce ese cargo debe saber necesariamente más de fútbol que cualquier otro ejecutivo, y ahí quedó demostrado que la opinión del DT pesaba más que la suya. En este caso, claramente, ‘no mandaron los directores’, como se ha dicho ayer.
Uno podría seguir enumerando errores y extender esta columna de manera infinita, pero no es el propósito de la misma. Tampoco acusar de mala intención ni menos de actos dolosos a nadie. A quien escribe, le es imposible pensar que alguno de los errores arriba enumerados haya sido intencional. Pero si, la mayor parte de ellos son negligentes y demuestran falta de capacidad.
Así como el presidente preguntaba en defensa propia ayer si se puede acusar a los directivos de todos los errores en la cancha de parte de los jugadores, es lícito preguntar a cambio si se puede acusar a todos los jugadores de las malas decisiones directivas. Si cuando se arma un plantel se aprueba la contratación de jugadores sin los méritos suficientes para estar en la “U”, en base a caprichos fundamentalmente, el error es de quien visa y firma esos contratos. Si luego el jugador no responde o no rinde, es porque no hiciste bien la pega y no estudiaste bien sus méritos para traerlo. ¿O es unánimemente considerada una buena decisión directiva la de traer de vuelta a un jugador como Benegas, que ya estuvo y no respondió en un equipo grande como la “U” y por ello fue enviado a préstamo por dos campeonatos consecutivos? ¿No se aseguró que las decisiones se iban a tomar una vez terminado el campeonato y una vez que se supiera quién iba a ser el técnico, cuando se preguntó por un jugador que sí respondió en la “U” y que sí tiene real jerarquía internacional como Walter Montillo?
Lo que quedó demostrado ayer por la tarde, es que en la “U” siempre se puede esperar que las cosas se hagan más mal de lo que uno cree. Que se puede intentar apagar el fuego con combustible y del más tóxico. Que se puede intentar dar muestras de autoridad cuando lo que el sentido común aconseja es dar manifestaciones de humildad. Para reconocer los errores, para entregar señales optimistas, para en definitiva ‘bajar el moño’ y trabajar en silencio en procura de corregir parte o todo lo mal que se ha hecho. Porque echarle la culpa a la mala suerte o a enemigos internos, y hacerlo públicamente más encima, no resuelve nada. Es hacer exactamente todo lo contrario.
Los problemas de la “U” no pasan por que haya “cabrones” o “vacas sagradas” como ha expresado el presidente, que tal vez las haya pero no hay que mandar esos mensajes por la prensa. Porque aparte de cabrones y vacas sagradas, también hay otras vacas nada de santas dentro del piño en general, y se debe ser valiente para sacarlas de una buena vez, si no se quiere terminar, nuevamente, dando explicaciones que no explican nada.
Por Jaime Aguirre Dueñas / @jaimeagUirred. Director de @Cienx100Azules
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