Llegó a la “U” casi como un ‘ilustre desconocido’. Sabíamos muy poco de él porque en este mundo del fútbol por lo general poco o nada se puede encontrar acerca de los que no exhiban triunfos ni grandes campañas en sus currículums. Se sabe mucho, muchísimo más, de los que tuvieron éxitos y también algo más de los que pasaron por grandes fracasos. Pero de los que pasaron sin mucha pena ni gloria por las diferentes etapas de sus carreras, no nos solemos interesar. Si a eso le agregamos que su historial venía plagado de pasos breves – sin consolidarse – por varios clubes y países, quedaba la idea de que quien llegaba a entrenar a nuestro primer equipo no era precisamente el triunfador que este club debe exigir. Para colmo, en su anterior escala, un error que le costó 4 puntos a la selección de Bolivia dirigida por él.
Como adición, a Angel Guillermo Hoyos no le fue nada de bien en sus inicios en la “U”, desalentando alguna pequeña llama de ilusión que pudiera haber por la esperanza, basada nada más que en el azar por cierto, que fuéramos sorprendidos por esta incógnita que teníamos frente nuestro.
Si a ello le sumamos que es un hombre que habla un ‘idioma especial’ cuando enfrenta las cámaras y los micrófonos, se establece un cuadro bastante particular en el que, como cada vez que no nos queda otra opción, nos ofrece la alternativa de echar a la broma, la ironía o la mofa el estilo personal de quien desconocemos o simplemente no entendemos. Pasamos incluso por ridiculizar, si no de manera pública con seguridad de forma privada o por redes sociales, sus profundas convicciones espirituales, en una muestra de anacronismo e ignorancia rayana en la falta de respeto hacia sus creencias. Es ‘presa fácil’ por lo tanto Guillermo Hoyos para hacer reiterados chistes sobre su personalidad y también sobre su apellido.
Pero cuando se tiene la oportunidad de sostener una conversación serena con él (ese fue el tono permanente de la entrevista que le hiciéramos ayer para 100% Azules), la especial ocasión para escucharlo y de concentrarse en entender sus posturas, claro que a uno le cambia la perspectiva del Hoyos-persona, que para la mayoría solo es el Hoyos-DT. Fue lo que le pasó exactamente a este columnista.
Un hombre que es capaz de reconocer y confesarnos ante una segunda pregunta, que buscaba adentrarse en su niñez para conocerlo mejor, que proviene de una historia marcada por una infancia difícil, en la que el fútbol fue su verdadera tabla de salvación porque, de no haber tenido esta posibilidad, “no sé que hubiera sido de mi porque la calle es dura,… es muy difícil la calle…”, a quienes lo estábamos escuchando nos cambió el punto de enfoque. Nos ayuda por cierto a entender la base de su ‘discurso’, que ya no nos suena a una postura ‘versera’ sino al reflejo de lo que auténticamente piensa, lo que siente y sobre cómo vive su vida personal, familiar y profesional este personaje que hasta ayer era muy enigmático para una gran cantidad de gente. Y que tal vez lo sigue y seguirá siendo.
A uno le restan tal vez algunas cosas que modificar de aquí en adelante: reconocer en primer término que estuvo equivocado en la valoración humana de Guillermo Hoyos en primer lugar. Luego, nunca más referirse a sus convicciones espirituales con motes propios de gente ignorante (pastor, místico o tachas similares), porque no es broma ni pose lo que expresa verbalmente, sino su auténtica forma de vida. Y por último, concentrarse desde ahora un poco más al momento de escucharlo para, en base a lo experimentado, lograr entender mejor lo que, es cierto, cuesta bastante internalizar pero que después de tenerlo en un cara a cara con seguridad se hará más fácil.
Desde el punto de vista deportivo, en lo netamente futbolístico, habrá palabras elogiosas para él cada vez que considere en base a mi criterio que lo hizo bien, y críticas cuando ocurra lo contrario. Eso no se modifica. Pero al Guillermo Hoyos hombre, al que no está detrás, sino por encima del ‘personaje’ que encarna como Director Técnico del primer equipo de la “U”, hoy solo me cabe tratarlo como se merece. Como una muy buena persona.
Por Jaime Aguirre Dueñas, para 100% Azules.
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