Opinión: No es Villa, es Mora

Encontré irrisorio -y aún lo creo- que te comparen con David Villa. Tú eres Felipe Mora. Quizás debiesen compararte con el Felipe que llegó proveniente justamente del rival de la fecha que acaba de pasar y que solo el tiempo, junto con los goles que hagas, serán el parámetro de comparación.

“Equipo que gana repite” -¡¡AL FIN!!-, creo que el entrenador encontró los 11 jugadores y quienes estén de relevo tendrán que remar desde atrás, salvo David Pizarro que para mí debiese ser titular, pero eso lo veo yo y la gran mayoría de este país que tenemos diversas y respetables opiniones pero el que decide es el director técnico, y guste a quien guste, como hinchas debemos remar para el mismo lado: alentando al equipo y como siempre ser el “jugador número 12″ que no abandona al equipo.

Tres goles de buena factura para consagrar una tarde redonda para ti, para demostrar que goles son amores, que pides a gritos la titularidad que mereces. Mientras los partidos pasen irás tomando más confianza para seguir en esa senda, que nos permita seguir sumando puntos para enfocarnos en una sola tabla, y no como al principio de torneo que mirábamos la acumulada de reojo.

Segundo partido consecutivo con goles, con triunfo, con felicidad para el equipo y la hinchada incondicional, que nuevamente demostró que de visitante o de local va a estar en la cancha a la hora que sea, porque no somos hinchas, somos devotos de una religión llamada ‘Universidad de Chile’ y, como dice un lienzo de la barra “No importa el estadio, no importa el marcador”.

Tu juventud y tus ganas de hacer goles se han ido mostrando desde que llegaste pero lamentablemente una lesión te privó de seguir en racha. Después,  te contagiaste del mal andar del equipo, suplencia alternada con titularidad y ahora, desde el minuto inicial, eres uno de los llamados para alegrarnos, romper nuestras gargantas y hacernos soñar con una posible vuelta olímpica.

¿Quién es Villa? No lo sé. Para mí solo existe Felipe Mora, el goleador que se viste de azul.

Por Cristóbal Arias Zamorano

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