El tema sobre el que más se habla en todos los medios y plataformas, por estas horas es el “balotaje” que definirá quién obtendrá el derecho a ser la primera autoridad el país. Y de esto seguiremos leyendo, vendo y escuchando por las próximas 3 semanas.
Pero lo que a los verdaderos hinchas azules más nos interesa por estos días, es cómo se resolverá la incógnita tal vez más dura que le puede tocar despejar a un club de primera división, con el agregado de que esto es aún más imperioso si se trata de un club grande como es la “U”. Su repercusión mediática y sus consecuencias en la valoración del propio club y particularmente de quienes lo dirigen y quienes lo defienden en la cancha, están en tela de juicio desde hace bastante rato, máxime cuando la “U” ha salido perdedor en tantas “primeras vueltas” anteriores (léase las últimas once fechas). La oportunidad que resta es la última y definitiva, expresada en los próximos 14 días, con la visita a El Salvador de este sábado y el cotejo ante Unión La Calera del domingo 5 (partido que ‘eufemísticamente hablando’, tocará jugar como ‘locales’).
Ya no sirve mucho reiterar las razones, circunstancias y responsabilidades involucradas en este estado de las cosas para la “U”. Sobre ellas ya se ha escrito, dicho y transmitido casi con majadería, sin que por ello cuando se analice nuevamente a fondo el muy mal cometido de unos y otros, se deberán recordar muchos o todos esos conceptos. Y hacerlo con altura de miras, pero, sobre todo, con honestidad y desprovisto de intereses particulares o económicos que exijan un discurso “amigable” por el hecho de tener compromisos de dependencia que privilegian ocultar la verdad o, al menos, disfrazarla.
Desde esta tribuna, nos hemos manejado siempre con la única versión que conocemos, cual es decir la verdad duela a quien duela.
Pero, así como los candidatos que desde anoche disputan obtener la primera magistratura del país, se dedicarán a hacer “guiños” a sus electores en búsqueda de los votos que necesitan para conseguir lo que se juegan, resulta necesario mostrar también ciertas señales de unidad, compañerismo, espíritu de equipo y, sobre todo, de mayor sacrificio para el triunfo necesario. Una de aquellas señales, si es que aún se está a tiempo, sería corregir, aunque sea por un partido, el error de haber llevado permanentemente al equipo a jugar como visita no haciendo las gestiones adecuadas para evitarle al plantel el natural desgaste de tener que viajar cada vez que le tocara jugar como local. Jugar en un estadio y una ciudad a más de 100 kilómetros de la ciudad en que el equipo tiene su sede, es a la larga perjudicial más allá del borderó involucrado. (Uno tiene que suponer que quien o quienes adoptaron esta decisión, tomaron en cuenta para su análisis que las ciudades próximas a Santiago tienen en común un permanente exceso en los flujos de tráfico y eso hace inciertos, azarosos y hasta peligrosos los desplazamientos, particularmente de noche y en fines de semana). Si no se logra subsanar este factor – reitero, por una sola vez – claramente se estará entregando “votos” a nuestros contrincantes.
Otra muestra de querer ganar esta vuelta y de tratar de torcer la mano de un destino que no parece estar muy lejano, es hacer notar que, para estos 2 últimos partidos, ya no vale la pena criticar a jugadores que no dan con lo que se exige para defender la camiseta de la “U”. Todos, unos más, otros menos, son importantes en este momento y, al igual como escuchamos anoche, “nadie sobra”. Nada de lo acá expresado exime de responsabilidad a quien la tenga, pero eso será materia también de análisis ex post de este torneo.
Si la “U” se caracterizó este año por una seguidilla de cambios de técnicos e interinatos, hoy eso pasa a no tener importancia. A quien esté en ese cargo, hay que desearle en estos momentos que esté clarito e iluminado para plantear y enfrentar ambos partidos con la única misión de obtener los necesarios puntos. Su evaluación ya tendrá su momento y ahí reflejaremos nuestras opiniones al respecto.
Lo que viene entonces no se puede considerar “de vida o muerte” porque eso es una exageración lingüística. Pero este es el juego definitivo. Aquel en el que no se esperan (ni perdonan) los errores. Es una doble oportunidad de demostrar que lo que en apariencia ha faltado en efecto se tiene y que es el último momento para que ello aparezca.
Porque lo que se juega no es un título, sino un “titular”: aquel que puede resumir gracias a quienes (de todos los estamentos) la “U” descendió, u otro que puede destacar gracias quienes un equipo, con tan mala campaña, logró permanecer en primera división.
#VamosAzules…!!!
Por Jaime Aguirre Dueñas – @jaimeagUirred –
para 100x100azules y @Cienx100Azules
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